jueves, 14 de abril de 2011

EL MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98

El MODERNISMO

El Modernismo se manifiesta como una actitud vital de rebeldía y un afán renovador, tanto social como cultural. Éste movimiento estético se relaciona con la bohemia, que implica un rechazo de las normas sociales y morales, la automarginación, el gusto por la provocación y, sobre todo, el desprecio de la vulgaridad y la mediocricidad. La literatura modernista cuaja sobre todo en la lírica y la prosa poética, con un nuevo lenguaje poético y temas románticos intimistas. El Modernismo en la literatura castellana tiene su origen en Hispanoamérica y, introducido en España por Rubén Darío, va paralelo a la llamada Generación del 98, con la que mantiene puntos de contacto, pero también diferencias fundamentales. Ambos movimientos nacen como un producto de las inquietudes de la época, y sus componentes comparten unas mismas actitudes y preocupaciones por el futuro de España, por el hombre y por la búsqueda de un nuevo estilo. Si la Generación del 98 es un movimiento por encima de todo ideológico y espiritual, el Modernismo es un movimiento esencialmente estético y un reflejo de las corrientes renovadoras europeos, como el parnasianismo y el simbolismo. En América, un grupo de poetas (José Martí, Julián del Casal, José Asunción Silva, Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón) inician, bajo la influencia francesa, nuevas formas poéticas que serán orientadas por Rubén Darío (Azul, 1888, Prosas profanas , 1896, Cantos de vida y esperanza, 1905) y constituirán una auténtica revolución en la poesía castellana. Sus rasgos principales son una revalorización de la música del verso, la utilización del alejandrino francés y una ampliación de las formas métricas tradicionales, y en el aspecto interno, una refinada sensibilidad para la percepción de la belleza, la devoción por el arte, un gusto por el exotismo y la fantasía, una exaltación de la naturaleza y un inconformismo acentuado, con formas exageradas de vida bohemia y actitudes audaces. Entre los poetas modernistas figuran Manuel Machado, Francisco Villaespesa, el canario Tomás Morales y Eduard Marquina, no hay que olvidar, aunque, el extraordinario estilo modernista de Valle-Inclán, y como aun Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez se sintieron tentados por la nueva estética. Entre los americanos seguidores de Rubén Darío, cabe mencionar Guillermo Valencia, Leopoldo Lugones, Amado Nervo, José Santos Chocano y Julio Herrera y Reissig.


EL GRUPO DEL 98 O LA “GENERACIÓN DEL 98”

La Generación del 98 es el nombre dado al grupo de intelectuales españoles surgido a finales del siglo XIX y principios del XX, caracterizados inicialmente por la contestación a la España de la Restauración. La pérdida de las últimas colonias en 1898 se convirtió en simbólica de la decadencia del país y del rechazo que esta provocaba en el grupo. Se suele incluir, entre los miembros más representativos, los escritores Azorín y Miguel de Unamuno, el novelista Pío Baroja, el filósofo Ramiro de Maeztu, el poeta Antonio Machado y el dramaturgo Jacinto Benavente. Con menos frecuencia, están citados también Ramón María del Valle-Inclán, y los poetas Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez. Se lo asocia pintores como Darío de Regoyos, Ignacio Zuloaga y José Gutiérrez Solana. El concepto de generación, ampliamente difundido por Azorín, ha sido a menudo puesto en duda debido a la heterogeneidad de los miembros del grupo, tanto a edad como, sobre todo, por las orientaciones ideológicas, de expresión y de intereses. Sin embargo, algunos rasgos más o menos comunes les dan una cierta unidad: así, en la trayectoria de muchos de estos intelectuales se puede constatar una primera etapa de reformismo radical o incluso revolucionaria, que duró hasta aproximadamente el año 1905 y que dio paso a la integración en la vida cultural española de la época, circunstancia que los decantó hacia un conservadurismo declarado (Azorín) o un individualismo anarquizante y apolítico (Baroja). La actitud contemplativa, en muchos casos nihilista, y la falta de voluntad de intervención en la realidad se reflejó en la preponderancia del irracionalismo a las manifestaciones de estos autores, que se movieron entre el esteticismo, la elucubración metafísica (Unamuno) o la acción por la acción (Baroja). En el terreno de los contenidos, constituye un tema recurrente la mitificación de una cierta idea de España, la espiritualidad dolida de la que reivindicaron como signo de identidad frente al cientifismo y del progresismo de carácter europeísta. Esta concepción de España fue identificada con Castilla, la historia, el paisaje, el carácter y la lengua de la que la Generación del 98 revisó o recreó con una dosis considerable de nostalgia. La relación de estos intelectuales con los pueblos no castellanos del estado fue ambivalente ya veces de clara animadversión. En el caso de Cataluña, los contrastes (bien patentes en las controversias entre J. Maragall y Unamuno), se acentuaban por la vocación política, positivista y europeísta del catalanismo. Los antecedentes y las fuentes intelectuales de la Generación del 98 son muy diversos: hay relacionarlos, por un lado, con escritores críticos del siglo XIX como Mariano José de Larra y Ángel Ganivet (citado también a menudo como miembro del grupo), con el regeneracionismo de Joaquín Costa (aunque sin el positivismo de éste) y con el Modernismo de final de siglo, pero también con los valores proyectados por la pintura de El Greco y con la mística castellana. Fuera del ámbito hispánico, recibieron influencias de Nietzsche y de Schopenhauer.

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